En la localidad navarra de Estella, situada en pleno recorrido del Camino Francés (Puente la Reina – Estella), se erige la Basílica de Nuestra Señora del Puy.
Este santuario alberga una imagen de la Virgen del Puy, que es la patrona de la ciudad.
La historia de cómo surgió esta basílica está envuelta en una leyenda que se remonta al año 1085.
Una noche, estaban un grupo de pastores en la falda del monte Puy, como solían hacer mientras cuidaban de sus ovejas.
De repente, observaron un fenómeno inusual en el que varias estrellas cayeron desde el cielo y se posaron sobre la cima del monte.
Intrigados por lo que habían presenciado, los pastores se acercaron al lugar donde las estrellas habían caído.
Allí, dentro de una cueva, descubrieron una imagen de la Virgen y, asombrados por este hallazgo, acudieron rápidamente a informar al párroco de su parroquia.
El sacerdote, junto con un grupo de habitantes de la localidad, se dirigió al sitio señalado por los pastores.
Al llegar allí, encontraron la imagen de la Virgen, tal como había sido descrita por los pastores. Sin embargo, cuando intentaron moverla para trasladarla a la parroquia, se encontraron con que era imposible moverla, como si una fuerza divina la mantuviera en su lugar.
Ante esta situación extraordinaria, decidieron no intentar mover la imagen nuevamente y optaron por construir un santuario en torno a ella, marcando así el lugar como sagrado.
Posteriormente, el rey navarro Sancho Ramírez fundó la ciudad de Estella, con el objetivo de proteger el santuario y brindar seguridad a los peregrinos que recorrían el Camino de Santiago por esa ruta.
Esta leyenda o relato del milagro, ha sido parte integral de la identidad de Estella y su devoción hacia la Virgen del Puy, a lo largo de los siglos.
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