Un día estaba ratón en su agujero, cuando se acercó un gato que olisqueándolo dió con él, entonces el ratón al verlo, le dijo: – Verás, querido gato, yo soy más de perros. Adoro su fidelidad, una gran virtud, es por esa razón que adoro al perro perdiguero. – ¿No me digas?- contestó el gato-. Pues fíjate, mi querido amigo, que esa virtud yo también la tengo. Sal del agujero y seamos amigos. Salió entonces el ratón aunque temblando de miedo, arrugó el hocico y le dijo al gato: – Resulta que ya no, que esa virtud ahora de pronto, no me parece la mejor del mundo. La fábula original de Tomás de Iriarte ‘El ratón y el gato’ (1790-1791) dice así: Tuvo Esopo famosas ocurrencias. ¡Qué invención tan sencilla! ¡Qué sentencias! He de poner, pues que la tengo a mano, una fábula suya en castellano. “Cierto -dijo un ratón en su agujero-: no hay prenda más amable y estupenda que la fidelidad; por eso quiero tan de veras al perro perdiguero”. Un gato replicó: “Pues esa prenda yo la tengo