Ir al contenido principal

El ratón y el gato. Fábula

 Gato ratoncito en Gatos Y Ratones - GIF Animado | REYGIF

Un día estaba ratón en su agujero, cuando se acercó un gato que olisqueándolo dió con él, entonces el ratón al verlo, le dijo:

– Verás, querido gato, yo soy más de perros. Adoro su fidelidad, una gran virtud, es por esa razón que  adoro al perro perdiguero.

– ¿No me digas?- contestó el gato-. Pues fíjate, mi querido amigo, que esa virtud yo también la tengo. Sal del agujero y seamos amigos.

Salió entonces el ratón aunque temblando de miedo, arrugó el hocico y le dijo al gato:

– Resulta que ya no, que esa virtud ahora de pronto, no me parece la mejor del mundo.

La fábula original de Tomás de Iriarte ‘El ratón y el gato’ (1790-1791) dice así:

Tuvo Esopo famosas ocurrencias. 

¡Qué invención tan sencilla! ¡Qué sentencias! 

He de poner, pues que la tengo a mano, 

una fábula suya en castellano. 

“Cierto -dijo un ratón en su agujero-:

no hay prenda más amable y estupenda 

que la fidelidad; por eso quiero 

tan de veras al perro perdiguero”. 

Un gato replicó: “Pues esa prenda 

yo la tengo también…” Aquí se asusta

mi buen ratón, se esconde, 

y torciendo el hocico le responde: 

“¿Cómo? ¿La tienes tú?… Ya no me gusta”. 

La alabanza que muchos creen justa, 

injusta les parece

si ven que su contrario la merece. 

“¿Qué tal, señor lector? La fabulilla 

puede ser que le agrade y que le instruya”. 

“Es una maravilla; 

dijo Esopo una cosa como suya”.

“Pues mire usted: Esopo no la ha escrito; 

salió de mi cabeza”. “¿Conque es tuya?” 

“Sí, señor erudito; 

ya que antes tan feliz le parecía,

critíquemela ahora porque es mía”.


Tomás de Iriarte utiliza esta fábula para tratar de ciertos valores como la sinceridad o la prudencia y cualidades como la volatilidad o la virtud. Trata de decirnos que a veces es fácil cambiar de parecer dependiendo de los intereses.

Hay quien se agarra a cualquier cosa cuando se trata de supervivencia; y hay quien por conservar el poder hace lo que sea, sea justo o no, sea legítimo o no, dará las vueltas a la realidad que sean para hacerla coincidir con su deseo. Mentirá, traicionará, se burlará de quienes antes le apoyaron, todo le parecerá poco para cumplir su objetivo. Pero hasta dónde es lícito llegar...?. Habría que valorar esta cuestión muy concienzudamente. ¿Vale el sacrificio de los propios principios, si es que se tienen, solo por mantenerse en el poder, por salirse con la suya, por alcanzar sus objetivos, o los objetivos de otros que lo apoyaron en la consecución de los suyos?. Una virtud lo es o no, es decir, una cualidad se convierte en mérito o demérito dependiendo de quien haga uso de la misma, dependiendo de quién la ostente. 

Pero en el caso del gato se trata de mentir para sobrevivir. No podemos reprocharle su cambio de opinión o su mentira porque lo único que trataba era de protegerse, evitar un peligro mortal para él, defenderse del gato, una seria amenaza. 

La supervivencia puede llevarnos a hacer cualquier cosa. Algunos hacen cualquier cosa por vanidad o soberbia, todos estos medios utilizados para la consecución de sus fines serán reprobables.

En el miedo incluso se justifica, el miedo nos dice que algo va mal, que estamos en peligro y se activa todo nuestro sistema protector, todos nuestros mecanismos de defensa, para que se haga lo que sea necesario para escapar del peligro.

Sin embargo nada justifica las felonías de un tipo por conseguir y permanecer en el poder, en vez de obtenerlo limpiamente, por ejemplo.

 

La volatilidad que nos caracteriza: es cierto que aunque tengamos unos principios, a veces los cambiamos o los ocultamos dependiendo del que tenemos delante. Y no siempre se trata, como en este caso, de supervivencia, pero sí, por ejemplo, de evitar una disputa o una situación desagradable. Esta fábula critica por un lado que a veces traicionemos nuestros principios pero respeta y entiende por otro lado la situación.

Continúa leyendo las reflexiones…

Cuando se trata de evitar un daño, puede llegar a ser comprensible que lleguemos a cambiar de parecer o a soltar una ‘pequeña mentirijilla’. Y lo hacemos solo ante ciertos interlocutores (bien porque les tenemos miedo o bien porque queremos evitar una discusión). Y tú… ¿qué opinas? ¿Crees que se puede llegar a ocultar un pensamiento o una opinión dependiendo de la situación? ¿O piensas que el ratón debía haber mantenido su primera opinión y haber salido del agujero?

La virtud lo es dependiendo de quién la ostente: tal vez algunas personas piensen que el ratón mintió. Pero en realidad lo que hizo fue amoldar a la situación su razonamiento. Cambió de parecer porque sabía que de no hacerlo, su vida corría peligro. Seguramente pensaba lo mismo, que adoraba en el perro su fidelidad, lo que no significa que tenga que adorar esta virtud también en el gato. Dependiendo de quien ostente la virtud, ésta puede ser admirable o no.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Leyenda del Amaru

  5 de octubre LA LEYENDA DEL AMARU Cuentan que hace muchísimos años, una terrible sequía se extendió por las tierras de los quechuas. Los líquenes y el musgo se redujeron a polvo, y pronto las plantas más grandes comenzaron a sufrir por la falta de agua. El cielo estaba completamente limpio, no pasaba ni la más mínima nubecita, así que la tierra recibía los rayos del sol sin el alivio de un parche de sombra.   Las rocas comenzaban a agrietarse y el aire caliente levantaba remolinos de polvo aquí y allá.  Si no llovía pronto, todas las plantas y animales morirían. En esa desolación, sólo resistía tenazmente la planta de qantu, que necesita muy poca agua para crecer y florecer en el desierto. Pero hasta ella comenzó a secarse.   Dicen que la planta, al sentir que su vida se evaporaba gota a gota, puso toda su energía en el último pimpollo que le quedaba.   Durante la noche, se produjo en la flor una metamorfosis mágica.   Con las prim

Historia de la oración del Santo Rosario.

Cuenta la leyenda que un hermano lego –fraile y no sacerdote-, dominico, no sabía leer ni escribir, con lo cual no podía leer los Salmos como se hacía en el convento. Cuando terminaba sus labores de portero, barrendero, hortelano,etc., ya de noche, se iba a la capilla y se arrodillaba delante de la imagen de la Virgen María a quien le rezaba 150 Avemarías, pues 150 era el número de los salmos que él no podía leer;   y después se retiraba a descansar a su celda. De madrugada se levantaba antes que los demás para ir a la capilla y repetía su saludo a la Virgen. El superior notaba que todos los días, cuando llegaba a la capilla para rezar con todos los demás, que había un exquisito olor a rosas frescas y sintió curiosidad. Preguntó que quién se encargaba por las mañanas de adornar el altar de la Virgen, pero todos respondieron lo mismo, ninguno de los frailes lo hacía. Los rosales del jardín, por otra parte, no parecía que le faltasen flores.   Cuando un día el hermano lego en

El sabio y la serpiente

El sabio y la serpiente es una fábula indú sobre la necesidad de defendernos cuando nos vemos atacados.  No debemos usar la violencia de forma innecesaria, pero tampoco debemos dejar que otros se aprovechen de nuestra buena voluntad o que puedan aprovechar un momento bajo o una baja autoestima. Dicen que una serpiente vivía en una cueva, en una montaña de la India y tenía atemorizada a toda la población de los alrededores, pues no dudaba en morder a todo el que por allí pasaba. La serpiente empezó a quedarse muy sola, nadie quería acercarse a su cueva.  Un sabio vivía cerca de ella y un día decidió pedirle consejo. Y le dijo al sabio: – Necesito consejo. – ¿Qué sucede?- contestó el sabio. – Es que nadie viene a verme, porque hasta ahora, todo el que se acercaba recibía un mordisco envenenado y ahora me tienen miedo… – Normal que te tengan miedo, es que no haces otra cosa que atacarles- contestó el sabio-. Lo que tienes hacer es dejar de morderles. – De acuerdo. No les morderé más, dij