‘Los caracoles’ es una fábula que escriviera en su día Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880), también autor del drama ‘Los amantes de Teruel’. Esta es una fábula sobre la vanidad, para aprender que nunca debemos presumir de nuestras supuestas virtudes ante los demás, la fábula nos invita a ser humildes.
Dos caracoles muy presumidos estaban discutiendo un día sobre cuál de ellos podía correr más:
– Yo soy mucho más rápido que tú… ¡Te reto en una carrera hasta el río! – decía uno.
– Estás loco si piensas que puedes ganarme- respondíó el otro- Soy mucho más rápido que tú.
– Jajajaj, eso habrá que verlo- dijo de nuevo el primer caracol. – Pues hecho está, hagamos una carrera y veremos quién tiene razón.
Mientras tanto una ranalo escochó todo y les dijo:
– Es la primera vez que me encuentro con animales tan presuntuosos… En verdad os digo que sois un poco duros de mollera: ¿cómo queréis correr una carrera si no tenéis pies?
Moraleja: Ten cuidado de presumir de lo que consideras una virtud, porque para otros puede parecer un defecto.
La fábula enseña a optar por la humildad antes que presumir frente a otros; y el uso del sentido común. Se trata de valorar la humildad frente a la vanidad y la soberbia.
Hay que ser prudentes porque lo que podemos personalmente considerar una virtud puede no serlo a los ojos de los demás, puede que incluso lo consideren un demérito. En todos los casos es recomendable actuar con humildad. Y esto debe ser así en la vida cotidiana, en la de los políticos, en la de todos.
Lo mejor en todos los casos es obrar con humildad.
La terquedad distorsiona la realidad, usaban de la cabezonería a discreción y estaban equivocados, pero se creían en posesión de la verdad con mayúsculas y esto los hizo creer en realidad que podían correr, sin pies, creyéndose muy veloces, participaban ambos de la misma naturaleza: eran caracoles. Y esto es así desde nuestro punto de vista, pero desde el punto de vista de otros seres de la creación, los caracoles sí que son capaces de ir muy rápido, porque ellos son aún más lentos. Todo tiene un valor relativo.
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