La leyenda de Tomasín ha ido teniendo más peso en la Sevilla cofradiera a lo largo de los años y especialmente en la Hermandad de Los Gitanos, porque en ella Tomasín soñaba desde muy pequeño vestirse con su túnica de nazareno cada madrugada de Viernes Santo.
Tomasín nació en el barrio de San Marcos y con apenas 8 años queda huérfano de madre.
Su padre trabajaba en la terminal de ferroviaria de San Jerónimo y no podía ocuparse del niño todo el tiempo que le hubiera gustado, por su larga jornada laboral y esta fue la razón de que lo dejara al cuidado de las monjas del Convento de Santa Isabel.
El Convento de Santa Isabel estaba y está en el nº 2 de la Calle Hiniesta, su fachada sur orientada a la plaza de Santa Isabel, en Sevilla. Fue fundado en el siglo XV, en el año de 1490, por la viuda de Gonzalo Farfán de los Godos, Isabel de León y due dedicado a la Visitación de Santa Isabel y a San Juan Bautista. Era sede para alojamiento de las religiosas de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén.
Gran parte fue después de la desamortización, transformado y reutilizado, siendo usado también como cárcel de mujeres y más tarde como Casa de Arrepentidas, siendo después centro docente.
Desde mediados del siglo XIX quedó regentado el convento por la Congregación de Religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa, que fundara Dolores Márquez Romero y Onoro, que está enterrada en el coro bajo, también tiene en este mismo sitio sepultura el cuerpo del promotor de la congregación, que fue el sacerdote Francisco García Tejero.
Ya tenemos localizado el sitio y las religiosas que protagonizaron junto con Tomasín esta historia.
Tomasín era muy obediente y aceptó de buen grado el saber que se quedaría bajo el cuidado de las monjas de Santa Isabel, se hizo muy querido por las religiosas. En el barrio de San Marcos lo conocían bien, era un niño muy cariñoso y educado que se había ganado el cariño del barrio.
La ilusión de Tomasín, desde siempre, fue poder salir de nazareno en Los Gitanos. Las monjas al enterarse de su devoción e ilusión quisieron confeccionarle ellas mismas la túnica.
El padre de Tomasín se llevó una gran estupenda sorpresa al enterars y, de inmediato, hizo lo posible para que el pequeño saliese entre las filas de nazarenos en la mañana del Viernes Santo.
Tomasín estaba deseando vestirse de nazareno, pero cayó enfermo en aquella Cuaresma y se agravó su estado ha finalmente falsta que murió, ´solo unos días antes del Viernes Santo.
La muerte de Tomasín entristeció a todo el barrio de San Marcos, todos los vecinos quisieron acompañar en su entierro a Tomasín. Tomasín fue amortajado con su túnica de nazareno, que no llegó a estrenar y la casa de Tomasín el Jueves Santo, donde todos los años se formaba el bullicio propio en la puerta por paso de las cofradías, no parecía la misma.
Sin embargo algo insólito perturbó la tranquilidad del barrio y quedó grabado en el recuerdo colectivo.
Al dar las dos de la madrugada del Viernes Santo, cuatro hermanos de Los Gitanos atravesaron la plaza de Santa Isabel, para llegar prontocamino de San Román para salir en procesión. De repente oyeron el sonido de una puerta de madera que se abría despacio, se miraron entre ellos sin saber quién era y, ante su asombro, pudieron ver a un niño pequeño vestido con túnica, antifaz y varita en mano, saliendo del Convento de Santa Isabel.
El pequeño nazareno se fue perdiendo en la distancia en la calle cuando, de repente, los nazarenos deciden seguirle, aunque parecía ya demasiado tarde, el niño nazareno había desaparecido y los hermanos solo encontraron la varita en el suelo, recogieron la vara y se la entregaron a las monjas del Convento de Santa Isabel al día siguiente.
La hermana superiora muy sorprendida, no podría creer lo que veía, ya que era la misma varita que le regalaron las monjas a Tomasín.
Al parecer y a pesar de haber pasado mucho tiempo de estos sucesos, aún se producen las apariciones de Tomasín en la madrugada del Viernes Santo. Así que Tomasín, cada año, se dirige desde Santa Isabel a San Román en su devota cita con la Hermandad de Los Gitanos.
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