Pedro I "El Cruel" o "El Justiciero" reinó en España entre 1350 y 1369; y parece que se ganó sus sobrenombres. De él se cuentan muchas historias, unas reales, otras no tanto y es así protagonista de leyendas. Un personaje querido u odiado a partes iguales.
La leyenda de la Calle Cabeza del Rey Don Pedro, la historia de Doña María Coronel y otras le acompañan en la eternidad.
Cuentan que Pedro I fue al Convento Casa Grande de San Francisco, para ver a su prior, una persona que tenía fama de ser persona sabia, pero llegando al claustro D. Pedro fue informado que el prior estaba predicando fuera de Sevilla, esto enfadó al rey que pidió a gritos que cuando llegase a Sevilla el prior enseguida se presentase a él.
Al llegar a Sevilla y enterarse de la exigencia o solicitud del rey, el prior se estremeció, era de sobras conocida la cólera del rey en la ciudad y, de aquella orden, dada nada bueno esperaba. El prior se debatía entre la duda de presentarse o no al rey, con el miedo de sus trágicas consecuencias en cualquier caso o huir de Sevilla y buscar refugio en otro convento de la orden.
Uno de sus legos, un joven pendiente aun de tomar los votos y que mientras tanto trabajaba en la cocina del convento, le propuso la solución de sustituirlo en la visita al rey para demostrar al prior con la habilidad con la que frenaría la real cólera.
Como el prior no tenía nada que perder aceptó a la vez que descansó en el lego aquel trance.
Al día siguiente el lego fue a ver al rey y se presento ante el. Le expuso miles de excusas justificando el no haber estado en el convento aquel día de la real visita.
Pedro I harto ya de tanta disculpa le pregunto al lego si cierta esa fama que le precedía de ser un hombre sabio, pensando que estaba hablando realmente con el prior.
El lego, con humildad, se excusó no dando importancia a la fama atribuida, pero el rey se empeñó en saber si merecía aquella fama el prior, así que le planteo un reto. Le dijo al lego que le haría tres preguntas y, de ser correctas las respuestas podría marcharse, pero si no quedaba satisfecho le mandaría decapitar y nombraría nuevo prior.
El lego confiaba en su habilidad e ingenio y aceptó el reto, aunque poco más podía hacer ante el rey sino aceptar sus órdenes. Así que el rey empezó a preguntar.
- Decidme, cuánto valgo.
- Ventinueve monedas -dijo-, Nuestro Señor Jesucristo fue vendido por 30, no creo que creáis valer más que nuestro Salvador.
Pedro I dijo que le parecía bien, le parecía una respuesta muy justa; y, seguidamente, le interrogó de nuevo: ¿Donde está el centro de la tierra?, le preguntó. A lo que el lego impostor respondió:
- El centro de la Tierra está bajo vuestros pies, no por ser rey e importante, sino porque al ser la Tierra redonda, en cualquier punto que os pongáis estaréis situado sobre su centro.
Según Diógenes Laercio, "Pitágoras fue el primer griego en afirmar que la Tierra es redonda", pero Teofrasto atribuye este hecho a Parménides, y Zenón a Hesíodo.
En el salón se oyeron murmullos por la solida y lógica respuesta y en señal de aceptación, el monarca sonrió dando por buena la respuesta del lego alabando su ingenio.
La tercera pregunta fue: Decidme algo en lo que yo esté equivocado.
Aquella parecía ser una pregunta difícil respuesta, no era muy recomendable llevar la contraria al rey porque se corría el riesgo de ser decapitado, pero aún así el lego respondió con aplomo.
- Majestad, no es difícil responder a esta pregunta, pues pensáis que estais hablando con el prior del Convento Casa Grande de San Francisco, pero lo hacéis con un lego de cocina de ese convento; y se retiró la capucha para dejar a la vista su rostro.
Ante tal respuesta el rey, tras su lógica sorpresa sonrió y, a la vista del ingenio demostrado por el joven lego, decidió nombrarle prior del convento, destinando al prior a otro convento de la orden.
Esto dice la leyenda, pero hay que tener en cuenta que hechos similares han sido asignados a otros monarcas en épocas anteriores y posteriores, por lo cual, es posible que este caso solo sea la adaptación de una leyenda anterior.
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