Está documentado que un ciudadano cordobés de familia noble abandono su casa para alistarse en el ejército, este hombre llegó al grado de capitán y estuvo luchando en Europa. Era Marcos de Cepeda, capitán de los tercios españoles que pasó temporadas largas en Italia y allí tomó contacto con artesanos de la gubia, escultores, estudió de ellos las técnicas de los grandes artistas, Bounarotti, Bernini, etc.
Abandonó el ejercito se dedicó a la escultura, a la talla de obras de arte y alcanzó gran destreza.
En 1625 vuelve a su tierra natal, quería para pasar un tiempo con su familia, pero tenía previsto regresar a Italia donde tenía su taller y donde había adquirido fama, siendo esta tal que hasta el mismo Papa le había encargado alguna obra. Pero su talento y fama hizo que el obispo cordobés se encargara de tenerlo distraido pidiéndolote que tallase diversas imágenes y esto hizo que no pudiese abandonar la capital.
Por entonces, la Hermandad del Cristo de la Expiración había perdido a su Cristo en un incendio y tenían contratar la talla de una imagen nueva. El problema era buscar un artista que tallase una imagen apra el Cristo original y nueva, sin que tuviese parecido a Cristos anteriores. Esto suponía para la hermandad un serio problema. Llevaban meses debatiendo qué escultor sería el más apropiado, a quién le encargarían el nuevo Cristo.
Supieron de la fama del Capitán Cepeda en Córdoba y, con la confianza de haber encontrado al artista idóneo, se dirigieron a él, puesto que además, al haber estado mucho tiempo en Italia el Cristo que tallase seguramente habría de ser distinto a todos los demás de Sevilla.
Entonces, Cepeda vino a Sevilla a instancias de la hermandad y acordó con los hermanos realizar la talla, pero esta no sería en madera, como era lo habitual, sino que convenció a los cofrades de realizar el Cristo en pasta, mediante moldes hechos por el mismo artista, alegando que así la imagen tendría un mayor realismo y que este detalle serviría para diferenciarlo del resto que es lo que anhelaba la hermanad.
En los primeros días de Diciembre se firmo el acuerdo entre el escultor y la hermandad y unos 18 día más tarde el Cristo ya era entregado a la hermandad consiguiendo entre los hermanos la unánime aceptación de la obra por la calidad de aquella talla y por su realismo.
La Hermandad solicito al artista los moldes que le habían servido para la realización de la obra del Santísimo Cristo de la Expiración. Se pretendía evitar que pudiese repetirse la imagen y ser copiada por cualquier otra cofradía, pero Cepeda se negó.
Cepeda estaba impresionado por su obra, sabía que era la mejor que hasta el momento había hecho y pensó que entregándo la talla a la hermandad ya había cumplido su contrato; y le dolía, no quería desprenderse de los moldes.
La hermandad recurrió a la justicia y ésta obligó a Cepeda a entregar a la hermandad los moldes, que fueron rotos y arrojados al Río Guadalquivir en la tarde del día 24 de Diciembre, Nochebuena, vísperas de la Navidad.
Se dice que el autor lloraba, desde la distancia, viendo como el molde era arrojado al río.
A partir de aquí hay varias versiones que sirven para completar la historia:
- Cepeda, en un arranque de locura se arrojo al río para recuperarlos, muriendo ahogado.
- Cepeda se marcho a Italia paro poner distancia con Sevilla.
- Cepeda profeso como monje en un monasterio y allí murió cuidando enfermos.
Pero no hay constancia alguna de lo que fue del Capitán Cepeda, que no volvió a ser visto por Sevilla; y se confunde con D. Marcos Cabrera en la noche de los tiempos, este último autor real de la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración. Pero no se sabe si estamos ante el mismo hombre, si es Marcos Cabrera el mismo capitán Cepeda; y existen dudas sin resolver.
Se dice que el capitán cambio su apellido real, Cabrera, por el apellido Cepeda, para evitar ser localizado por su familia cuando se alistó en el ejercito.
Se dice también que, en Córdoba, siendo familia de los Cabrera, empezó así a conocérsele.
Lo cierto es que la historia nos llega envuelta en las telarañas del tiempo. La ejecución del Cristo resultó ser una talla impresionante y muy real, adoptando la postura real un crucificado adoptaría en la cruz realmente, la postura real de un ajusticiado por crucifixión.
A Marcos Cabrera se le atribuye igualmente la realización del Stmo. Cristo de las Tres Caídas de la Hermandad de la Esperanza de Trianay del busto que de Pedro I el Cruel de la hornacina de la calle Cabeza del Rey Don Pedro de Sevilla.
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