1ª ed. Coronica Vniversal del Principat de Cathalvnya, 609). Pujades
El fenómeno ovni es algo que desconcierta a muchos, seduce a otros y angustia a quienes no quieren que el mundo hable de ello, pero no es algo que esté de moda ni nada parecido, existen datos que nos llegan desde todas las épocas y de casi todas las civilizaciones. Sin embargo, aparte de los testimonios gráficos, epigráficos y documentales grabados en el suelo y demás, que han sobrevivido al paso del tiempo, es sorprendente descubrir que también existen testimonios gráficos en dibujos, grabados y pinturas y más aun sorprende que sobre el tema haya escritos, no de personas corrientes, sino de personas de relevancia social, cultas, comprometidas con la sociedad y con cargos públicos. Este es el caso de las posibles referencias a los objetos voladores no identificados en documentos del siglo XVII, nos estamos refiriendo a una narración de 1604 que describe tres fenómenos extraños que ocurrieron en el mismo días.
Jeroni Pujades, cronista oficial, comisario y procurador del condado de Ampurias, el día 30 de septiembre de 1604, hace una sorprendente descripción capaz de sacar de la ortodoxia investigadora a historiadores y regocija a ufólogos. El reconocido abogado describe tres fenómenos que habrían ocurrido el mismo día, entre la zona oeste de Cataluña, Urgel y Barcelona.
Durante la mañana clara de ese día, en la zona de las Belianes, hoy municipio de la comarca de Urgel “se vieron en el aire, pero muy bajos, cerca del suelo, grandes escuadrones de gente de armas que batallaban con gran furor y ruido de armas”. No da más detalles que aclaren qué o quiénes eran esos ejércitos armados que volando en el aire a baja altura. Pero, sin duda, en 1604 no existía posibilidad de volar, ni a motor, ni con parapente ni en globo siquiera.
En la segunda descripción de este cronista, asegura que sobre Barcelona vieron, -no él solo, sino que habla en plural, vieron-, sobrevolar algo parecido a una bandada de estorninos, pero “del grosor y negror de cuervos, pero de muchas piernas y alas como de langosta”, descripción que inquieta más que la primera, las mentes más imaginativas o menos, -que nunca se sabe-, podrían dar en relacionar esas supuestas aves con una formación de pequeñas naves volando en el cielo de la ciudad.
Pujades en su tercer testimonio dice que esa misma noche, la que sigue a ese día 30 de septiembre, cerca del monasterio de San Jerónimo del Valle de Hebrón, se observaron “unos grandes rayos de fuego como barras muy claras”. Recordemos que en la época como luz artificial solamente conocen la luz de las antorchas o la producida en los hogares o en hogueras. La proyección de la luz como foco o láser no existía en nuestra humana civilización, ni siquiera podrían imaginarlas. No era una luz normal, Pujades es un hombre de leyes, un hombre serio y culto de la época, no se permite hacer aportaciones personales a la descripción, no puede tampoco describir otro tipo de luz que no sea la natural.
Cualquier hecho "sobrenatural", en la época, que dista bastante de la nuestra, era poco probable que la gente pensara en presencias
alienígenas y/o batallas de seres ajenos a la Tierra, estas manifestaciones tenderían más bien a entenderse como señales divinas, celestiales, castigos por venir o señales de castigos divinos por los pecados de los humanos, al igual que eran interpretadas la enfermedad y las pandemias, la peste en la época. De tal forma que el cronista cierra el relato
encomendándose a Dios y expresando que “por su misericordia nos castigue
según nuestros pecados”.
Jeroni Pujades es un personaje destacado en la historiografía catalana, nace en Barcelona en 1568 y muere en Castelló
d’Empúries en 1635. Su obra más destacada es la Crónica Universal
del Principado de Catalunya, 1610, en ellla recoge la crónica
histórica catalana partiendo desde la antigüedad hasta la muerte de Ramon Berenguer IV, conde
barcelonés; pero estas descripciones están en su obra Dietario, que es una especie de diario que se inicia en 1601 y termina en 1630, plasmando en esta obra hechos de gran interés histórico entre estas fechas.
Pujades era una figura ilustrada,
de honroso curriculum, aunque sus descripciones a muchos, escépticos, dejen muchas dudas sobre aquello que “gran
multitud de personas vieron”, en aquellos fenómenos de aquel
30 de septiembre.
Probablemente debido a la concepción de la época, a la falta de recursos para comparar lo observado y al permanente sometimiento al que se exponían con la religión, con la Inquisición.
En el siglo XVII los fenómenos meteorológicos poco habituales, según palabras de Mariano Barriendos, profesor de Historia en la Universidad de Barcelona e
investigador asociado al Instituto Catalán de Ciencias del Clima: “eran atribuidos frecuentemente a expresiones o castigos divinos”, partidario de dar una interpretación científica avanza que podría tratarse de “algún tipo de tormenta eléctrica con fenómenos a baja altitud, en el caso de la ‘batalla de las Belianes’, o la caída de un bólido muy tangente que dejara chispas, bolas de fuego y gases encendidos, bastante equiparable al ruido de una batalla con las descargas de artillería propias de la época moderna”.
Por ejemplo, en este sentido Barriendos ejemplifica otros casos como la lluvia rojiza (que contiene polvo, arena del Sáhara), poco habitual, se la definía como lluvia de sangre, “con efectos anímicos terribles e interpretables para la sociedad de entonces como si Jesucristo llorara sangre”.
Explica Barriendos además que son diversos los acontecimientos que se
describen en algunos documentos, pero que han pasado inadvertidos por
los historiadores de diferentes épocas -o han hecho la vista gorda-, “por miedo a ser desacreditados,
por lo que no se han hecho demasiados trabajos ni difusión”.
Al margen de lo descrito por el cronista catalán Jeroni Pujades existen hechos similares en Europa, en realidad en todo el mundo, con posterioridad en el tiempo pero también con anterioridad. Anterior a lo narrado por Pujades existe una narración también inquietante que se data en 1561, la ufología la denomina como la “Batalla ovni de Nuremberg” o en tono más aséptico y objetivo “el fenómeno celeste de Núremberg”.
Imagen de la supuesta batalla de ovnis de Nuremberg, dibujo de Hans Glaser
En 1566 sorprendió a los ciudadanos de Nuremberg, algo de “muy horripilante aparición” a la salida del sol, eran unas "esferas de color rojo sangre, azulado y negro o discos anulares cerca del Sol"... “tres por ejemplo en fila, a veces cuatro en cuadrado, y también algunas solas y también se han visto entre esas esferas algunas cruces de color sangre”, el fenómeno lo recoge en un dibujo en una octavilla elaborada en madera datada en 1566 y realizado por Hans Glaser.
En esl documento de 1561, se añade que las esferas “comenzaron a pelearse entre sí”, caen sobre el suelo “desde el cielo como si todo ardiera y con gran vapor desapareció poco a poco sobre la Tierra”.
Cinco años más tarde, en Basilea se produce otro fenómeno de similares características, también se describe que “se vieron en el aire muchas esferas negras que hacia el Sol se desplazaban con gran nitidez y celebridad y también volviéndose unas contra otras libraban disputa, tornándose algunas rojas y fogosas y luego se consumieron y disolvieron”.
Carl Gustav Jung recoge ambos casos en su obra Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo, 1958).
Fuente: La Vanguardia; Carl Gustav Jung: Un mito moderno; Jeroni Pujades:
Crónica Universal
del Principado de Catalunya, 1610; Dietario, 1630.
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