Si
hay una estampa bella y característica de la ciudad de Sevilla es la vista de sus naranjos
en flor, que pueblan, o mejor dicho poblaban las aceras de la ciudad embriagando con su perfume a cada uno de sus rincones. Hoy día, muchos de estos naranjos han sido masacrados por los operarios de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Sevilla, de color socialcomunista, cuya política arbórea es de lo peor pues está acabando con el arbolado sevillano y tortura a los árboles con podas sucesivas a destiempo, hasta ocho he podido contar en uno de los parques de Sevilla.
Pero los naranjos sevillanos y sus frutos tienen una historia bonita. Con las naranjas, que son amargas, no de mesa, se elabora una confitura que salvó la vida a cientos de marineros. Al parecer de esta historia viene el gran éxito de las naranjas amargas de Sevilla y su exportación a Inglaterra, allí elaboran la mermelada preferida de la reina Isabel II.
El uso "medicinal" de las naranjas se remonta a los siglos XVII y XVIII. En sus campañas navales, "los ingleses descubren que en los barcos, llevando cítricos fermentados con azúcar, para asegurar su conservación, evitaban el escorbuto.Este uso era sobre todo de las rutas marítimas porque esta enfermedad provocaba fuertes hemorragias en los marineros y se descubrió que era debido a un déficit de vitamina C.
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