En el silencio de la noche, unas cadenas se arrastran bajo el suelo con un ruido incesante.
El sonido estremecedor se une al de unos golpes en la pared.
Mientras tanto, los sensores de las cámaras de seguridad registran movimientos cuando, aparentemente, nada ni nadie pasa por delante del objetivo.
De una calle a otra del
mercado, se cruza en la oscuridad una niña vestida de blanco.
Aunque parezcan leyendas urbanas, empleados de Astarté Custodia, la
empresa que gestiona actualmente la seguridad en el Mercado de Triana y
de entidades que anteriormente se encargaban de la vigilancia en el
recinto, han vivido experiencias que bien podrían ser objeto de estudio
de «Cuarto Milenio».
«En el silencio de la
noche, el 90% de los ruidos que uno oye suele ser por sugestión, y el
miedo es el peor enemigo que existe. Si vienes predispuesto a escuchar
ruidos, los escucharás», apunta Eleazar Álvarez, uno de los socios de
Astarté Custodia. Y es que para realizar el turno de noche y hacer la
ronda en el mercado, según explica Álvarez, «hay que echarle valor».
Cualquier sonido puede ser susceptible de convertirse en una auténtica
pesadilla. «Haces una ronda por las calles del mercado y oyes voces, te
acercas a un puesto en concreto y resulta que es un transistor que
alguien dejó encendido».
La experiencia es un grado y bien lo
sabe otro de los socios de Astarté Custodia, Juan Manuel Guerrero, quien
ha trabajado como vigilante nocturno durante muchos años. Infinidad de
anécdotas podrían llenar las páginas de un libro. Ambos reconocen que
para ejercer esta profesión hay que tener nervios de acero. «Hay gente
que no ha aguantado el turno de noche y ha dejado el trabajo, e incluso
un empleado se salió a la calle, puso una silla, y esperó ahí toda la
noche hasta que amaneció», declaran.
Eleazar Álvarez explica que,
para mantener la calma, es fundamental adjudicar el ruido a algo
lógico. «Por ejemplo, hay veces que en la pantalla del ordenador, donde
nos aparecen las imágenes que emiten todas las cámaras de seguridad, de
noche suelen tener un punto de color verde que indica que no hay
movimiento. Sin embargo, en ocasiones, en alguna de ellas el color ha
variado a rojo, y eso indica que sí hay presencia o movimiento. Y en la
pantalla, con los infrarrojos, no aparece nada ni nadie», por lo que él
lo atribuye a una posible corriente de aire, por eso de intentar
mantener la calma…
Empleados de seguridad que han pasado por la
empresa y por otras que anteriormente gestionaban la seguridad en el
Mercado de Triana, han asegurado oír ruidos espeluznantes. «Han oído
golpes en la pared, en la entrada al Museo del Castillo de San Jorge, y
han tenido tanto miedo que ni siquieran podían ir al baño», asegura
Álvarez.
Para garantizar la seguridad en el recinto, cada hora se
realizan rondas y se revisan los puestos y las calles, que todo esté
bajo control. «Uno se acostumbra, no le queda más remedio, a trabajar en
la noche, pero hay que tener mucho control de los nervios», dice
Juan Manuel Guerrero.
Y es que te pueden jugar una mala pasada.
«Si vengo a ver a un compañero que hace vigilancia nocturna, llamo al
timbre y espero a que abra, aunque yo tenga llave, porque ante cualquier
ruido, es mejor anticiparte antes que preguntar, y te defiendes»,
explica Álvarez.
De ahí que ambos coincidan en que el mayor peligro
«eres tú mismo, hay que controlar las situaciones y saber actuar para no
entrar en pánico».
Por su parte, Guerrero afirma que la noche es el
mejor turno porque nadie te molesta, «aunque no te puedes fiar ni de tu
sombra».
Todas estas vivencias que aseguran haber vivido varios
empleados, recuerdan a la del Cine Fantasio, donde «decían los
inquilinos que escuchaban movimientos de muebles, e incluso algunos se
los encontraban cambiados de lugar».
Noches de adrenalina que no
resiste cualquiera. Sin embargo, Antonio Miranda asegura «temer más a
los vivos que a los fantasmas». Dice haber visto, en la noche de Todos
los Santos, cuando él trabajaba en su puesto de flores, una especie de
vapor blanco. «Era como una niña vestida de blanco, de comunión y
jugaba en una de las calles del mercado». A este comerciante, los
espectros no le asustan. Por ello, se queda impasible ante estos
fenómenos y cualquier figura no humana que pueda ver en la noche la
contempla con serenidad.
Fuente: Ana Díaz en el año 2014. Recopilado por: @AllivesSevilla
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