Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Cuentos

El valor de la honestidad

Un exitoso hombre de negocios estaba envejeciendo y sabía que ya era el momento de elegir un sucesor que se hiciera cargo del negocio. En vez de elegir a uno de sus gerentes o a sus hijos, el empresario decidió hacer algo distinto.  Convocó a los los jóvenes ejecutivos de la compañía en conjunto y les dijo: Es el momento de que me retire y elegiré al próximo Director.  He decidido elegir a de vosotros.  Los jóvenes ejecutivos quedaron sorprendidos, pero el jefe continuó: Voy a dar a cada uno de ustedes una semilla, una muy especial.  Quiero que planten la semilla, le pongan agua y vuelvan aquí dentro de un año con lo que ha crecido de la semilla que les he dado.   Luego juzgaré las plantas que traigan y el dueño de la planta que yo elija será el próximo Director.   De entre ellos, un hombre llamado Jim, como los demás, recibió una semilla, fue a su casa y entusiasmado le contó la historia a su esposa. Ella le ayudó a conseguir una maceta, la tierra, la tierra o mantillo y plantó la s

La bruja que quería volar

 Pincha el enlace para ver esta preciosa historia que habla de autoestima y mucho más.

Federico García Lorca -Oda al gato-

Los animales fueron imperfectos, largos de cola, tristes de cabeza. Poco a poco se fueron componiendo, haciéndose paisaje, adquiriendo lunares, gracia, vuelo. El gato, sólo el gato apareció completo y orgulloso: nació completamente terminado, camina solo y sabe lo que quiere. El hombre quiere ser pescado y pájaro, la serpiente quisiera tener alas, el perro es un león desorientado, el ingeniero quiere ser poeta, la mosca estudia para golondrina, el poeta trata de imitar la mosca, pero el gato quiere ser sólo gato y todo gato es gato desde bigote a cola, desde presentimiento a rata viva, desde la noche hasta sus ojos de oro. No hay unidad como él, no tienen la luna ni la flortal contextura: es una sola cosa como el sol o el topacio, y la elástica línea en su contorno firme y sutil es como la línea de la proa de una nave. Sus ojos amarillos dejaron una sola ranura para echar las monedas de la n

Anastasio

  Anastasio Giovanni Boccaccio Había en Rávena, antigua ciudad de la Romaña, muchos gentiles hombres, entre los que se hallaba un mozo de nombre Anastasio degli Onesti, muy rico por herencia de su padre y de su tío. Y estando sin mujer, se enamoró de una hija de micer Pablo Traversari. Era la joven más noble que él, mas él esperaba con su conducta atraerla para que lo amase. Pero esas obras, por hermosas que eran, sólo lograban enojar a la joven, porque ella solía manifestarse tosca, huraña y dura, aunque tal vez esto se debía a que ella poseía una belleza singular o a su altiva nobleza. En resumen, a ella nada de él la complacía, lo que para Anastasio resultaba doloroso de soportar, y cuando le dolía demasiado pensaba en matarse.    Otras veces, cuando reflexionaba, se hacía a la idea de dejarla tranquila y aun de odiarla tanto como ella a él. Pero todo resultaba en vano: cuanto más se lo proponía más se multiplicaba su amor. Y, perseverando el joven en amarla

El regalo

En una ocasión cuando Buda estaba predicando su doctrina, un hombre se le acercó y comenzó a insultarlo e intentar agredirlo pero Buda se mantuvo en un estado de imperturbable serenidad y silencio. Cuando hubo terminado su acción, se retiró. Un discípulo que se sintió indignado por los insultos que el hombre lanzó contra Buda le preguntó porqué dejó que lo maltratara y lo agrediera. A lo que Buda respondió con segura tranquilidad: -“Si yo te regalo un caballo pero tú no lo aceptas ¿de quién es el regalo?” El discípulo contestó: -“Si no lo acepto, sería tuyo todavía”. Entonces Buda respondió: -"Bueno. Estas personas emplean parte de su tiempo en regalarme sus insultos, pero al igual que un regalo, yo elijo si quiero aceptarlo o no. Los insultos son como regalos: si lo recoges, lo aceptas; si no lo recoges, quien te insulta se lo queda en sus manos. No podemos culpar al que insulta de nuestra decisión de aceptar su regalo. Por esa misma razón, esos insultos son para mí c