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Mostrando las entradas etiquetadas como Milagros

Leyenda de Fray Benito. Señora, ¿quieres coser? Señora, ¿quieres cortar?

Colaboración de Antonio Campano     Como saben todos los sevillanos, el convento de frailes dominicos de San Jacinto, antes de establecerse en Triana estuvo situado entre la actual barriada de Pío XII y el Hospital de San Lázaro, por lo que todavía hoy, hay una zona que se llama ``Huerta de San Jacinto´´, en ese lugar. Los frailes tuvieron allí, su convento, pero aquello quedaba muy lejos, en sitio despoblado y la fundación no prosperó, teniendo que decidirse la comunidad al traslado a Triana. Sin embargo, hubo un fraile que se llamaba fray Benito, que poco antes de la marcha dijo al prior: -Durante bastantes años he estado en este convento y con mis propias manos he arreglado el altar y he enterrado a nuestros hermanos cuando morían, en nuestro pequeño cementerio conventual. Yo quisiera pedir a vuestra paternidad su licencia para quedarme aquí y seguir cuidando la capilla y el cementerio. -¿Y de qué os sustentaréis, fray Benito? -No se preocupe vuestra paternidad. Sé cult

Hallazgo de objetos perdidos por San Antonio

A lo largo de los siglos, San Antonio hizo sentir a sus devotos su intercesión. Multiplicó prodigios a favor de ellos y de quienes lo invocaron con confianza. Son favores temporales atribuidas a este santo, curaciones, conversiones retumbantes y hasta resurrección de muertos, entre ellos un sobrino del santo que se había ahogado por accidente en el Tajo. También se lo imboca para que podamos encontrar objetos perdidos, que se encuentran contra toda esperanza. –Don Íñigo Manrique, obispo de Córdoba en el siglo XVI, había perdido un anillo pastoral. En vano había invocado a San Antonio, pero imposible encontrar tan preciada joya. Pero un día el prelado contaba su desventura a sus secretarios, que compartían con él la mesa y les decía: “Obtuve muchas gracias por su intercesión  pero esta vez no estoy contento con él”. Acababa de decir estas palabras y una mano invisible dejó caer sobre la mesa el anillo perdido. El hecho impresionó profundamente a las personas que lo

El sermón a los peces de San Antonio de Padua

San Antonio hizo muchos milagros en Rímini, aunque los herejes se burlaban de sus sermones. Ante lo cual dijo: –Ya que los hombres no quieren oír la palabra de Dios, voy a predicar a los peces. Se dirigió hacia las márgenes de una ría casi a orillas del mar; y como San Francisco, que predicaba a los pájaros, con gran sencillez invitó a los peces a alabar a Dios. Para sorpresa de los asistentes, los peces se fueron reuniendo, cerca de la playa; ponían la cabeza hacia fuera escuchando A San Antonio con atención. Apoyado en estas manifestaciones sobrenaturales el ministerio del Santo produjo muchas conversiones. 20% off books from Zubal Books at AbeBooks 15% off books from MW Books Ltd at AbeBooks 10% off books from Marlowe's Mysteries at AbeBooks 25% off books from Oxfam Books Exeter at AbeBooks 20% off books from Dacotah Trails at AbeBooks Limited Time! 20% off LifeStride at Shoes.com with promo code LS20.

La mula que se arrodilló para comulgar ante San Antonio

San Antonio tiene gran popularidad por los prodigios que realizó en vida y también después de su muerte. Cristo concedió el don de los milagros a los primeros predicadores del Evangelio para marcar con el sello divino su palabra. Era necesario probar con señales indudables la doctrina del Maestro y conducir así a los infieles a la verdadera religión. También Antonio ejerció su ministerio junto a los infieles; tuvo que defender muchas veces los dogmas de nuestra fe ante los herejes –patarenos, cátaros y albigenses– que pululaban en el sur de Francia y norte de Italia. Los raciocinios teológicos no eran suficientes para convencer a los espíritus llenos de prejuicios; así que el Santo recurrió al argumento irresistible del milagro. Los antiguos biógrafos –entre los cuales Juan Rigauld, cuya declaración posee un valor considerable– relatan cómo un día discutía con un hereje que se negaba obstinadamente a admitir el misterio de la transubstanciación, porque después de l